Es la plaza de mayor dimensión en la Ciudad de México y segunda en importancia, en ella se encuentra el Monumento a la Revolución. La dimensión de la plaza corresponsable a que originalmente en el lugar se edicaría el Palacio Legislativo, una gran obra neoclásica del Arq. Emile Bernard y que el movimiento revolucionario interrumpiese, frustrada su culminación.

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Décadas adelante el Arq. Carlos Obregón Santacilia, con gran ocio aprovechó el núcleo central de la estructura inconclusa para realizar un monumento a ese relevante hecho histórico.

 

Durante décadas esta enorme plaza fue utilizada por los gremios sindicalizados, ajena y distante a la población civil, paulatinamente fue presentando un deterioro y abandono que la llevaron a ser tierra de nadie, sitio inseguro y deteriorado, a pesar de su extraordinaria

ubicación urbana.

 

El Centenario de la Revolución Mexicana en 2010 fue la gran oportunidad para intervenirla, reconocer su potencial y mejorar su entorno urbano, al restaurar el monumento y modernizar un museo que se encontraba en los sótanos del mismo.

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Para la renovación de la plaza se concibió crear un espacio público incluyente, en especial para las nuevas generaciones que pudiesen conocer acerca del pasado de su ciudad y que los vecinos contasen con un lugar digno para convivir.

 

Se incorporaron elementos atractivos como fuentes, jardines aledaños, se recuperó el mirador superior del monumento logrando su ascenso mediante un relevador panorámico.