En un diminuto terreno de 57 m en un barrio al sur de la Ciudad de México se desarrolló esta casa-estudio para la artista visual Magali Lara. Compuesta en tres niveles los cuales corresponden en la planta baja a un estacionamiento, bodega de pinturas y una pequeña área verde, en el primer nivel se ubicó el estudio de pintura y en un segundo nivel un pequeño departamento.

 

Con una clara influencia de la arquitectura japonesa en cuanto al aprovechamiento y a “empacar” las diferentes partes, así como en el uso de materiales prefabricados tanto en cemento como en acero y ladrillo, se logró este pequeño edificio que se asemeja más a un mueble o cajonera en el que cada nivel responde a una actividad distinta.

 

El manejo de la luz interior así como la búsqueda de visuales hacia el exterior para contemplar predominantemente la naturaleza arbórea fue uno de los preceptos compositivos de esta obra.